jueves, 16 de febrero de 2012

ESPALDA SANA


En la espalda se reflejan nuestras cargas diarias y todo aquello que sentimos y callamos. Pero puedes liberarla si la mueves, estiras y tonificas.
Si quisiéramos observar o tocar nuestra espalda sin realizar contorsiones, nos resultaría imposible. La espalda es la parte del cuerpo posterior, la más inaccesible a nuestra percepción visual y táctil. Tal como si se tratara de un lugar secreto y escondido, en ella guardamos; tensiones, esfuerzos físicos, angustias, frustraciones, inseguridades y demás sentimientos y emociones que contenemos consciente o inconscientemente. Se convierte así en un desván descuidado del cuerpo y poco frecuentado, ya que en el fondo lo que se desea es olvidar lo que allí se guarda.
Sin embargo, por muy amplia y resistente que parezca, la espalda tiene sus límites y cuando se sobrecarga comienza a manifestarse generando preocupaciones, incomodidades e incluso dolor. Son síntomas que, sin ser considerados enfermedades, alertan sobre la necesidad de tomar conciencia de lo que sucede, porque de lo contrario pueden afectar más severamente.
No es necesario esperar a que se encienda la alarma del dolor para recordar que tenemos espalda. Lo ideal es mantener una relación sana y consciente con esta zona corporal, que permita limpiarla y ventilarla regularmente para eliminar las cargas físicas y emocionales acumuladas y para disfrutar de la sensación de caminar libremente, sin ese peso constante que impide mirar hacia delante.
Se puede lograr que la espalda conserve su marsavillosa cualidad de acompañar de manera invisible, manteniéndola siempre presente en nuestra conciencia corporal. Para ello es importante conocer cómo está formada y cuáles son sus partes y funciones.
Independientemente de la zona de la espalda en que se desarrolla la desarmonía o el desequilibrio, el cuerpo suele reaccionar siempre de la misma forma: primero intenta reequilibrarse a través de la compensación, produciendo sobrecargas en otras partes, luego se manifiesta el cansancio y finalmente el dolor. Cuando se ha descartado que el dolor de espalda no está originado por una lesión estructural, se entiende que sus causas están relacionadas con la esfera mental y emocional. El 90% de los dolores de espalda crónicos se encuentran estrechamente vinculados a procesos internos, que se arrastran en las sombras del inconsciente y que corresponden a los sentimientos y deseos reprimidos y enmascarados ante uno mismo, con la idea de que los demás no serán capaces de verlos.
Por ello la mejor manera de prevenir los dolores de espalda es mantener una actitud consciente respecto a nuestras necesidades físicas, emocionales y mentales. También hay que seguir una alimentación equilibrada y llevar un estilo de vida en el que se incluyan ejercicios y actividades físicas apropiadas a nuestra constitución. Con todo ello se logrará una espalda sana, fuerte y flexible que nos ayude a disfrutar de todas nuestras posibilidades en la vida.
Creemos que con la edad y el crecimiento el cuerpo olvida esa destreza natural en los movimientos, perdiendo la flexibilidad y la energía compañeras de la infancia. Sin embargo, en esa amnesia corporal tiene más que ver nuestro estilo de vida que el transcurso de los años. Por ello, si dedicamos algo de tiempo a cultivar la flexibilidad, no sólo recobraremos la energía que permite el equilibrio, sino que estaremos deshaciendo rigideces acumuladas en el cuerpo y que guardan relación con situaciones y conflictos ya pasados.


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EL VIERNES 17 A LAS 20:30 
EN DECATHLON 
UNA SESIÓN DE ESPALDA SANA
Y...
 SIÉNTELA 
¡¡¡¡¡¡MUCHAS GRACIAS A TODOS 
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